lunes, 7 de diciembre de 2015

Bajo la misma estrella

Dos días, una sonrisa satisfecha, y un mar de lágrimas. 
Eso es lo que separó el momento que abrí Bajo la misma estrella del momento que cerré la maravillosa obra del reconocido John Green. Y, claro, también los separó millones de reflexiones, pensamientos, y metáforas de lo más "augustinianas", como diría Hazel Grace. Bueno, más bien como diría ese personaje encarnando la mente de John Green. Una mente extraordinaria que se ha abierto ante mí durante el viaje de esta novela y que me ha llevado de ignorarla a admirarla con solo unas cientos de páginas envueltas en unas cubiertas azul celeste. Unas cubiertas que me llamaron la atención en la librería hace poco, al verlas no en la sección de "literatura juvenil", sino en "narrativa extranjera" junto a novelas, de autores aun desconocidos para mí, dirigidas a mentes ya adultas.


Sin duda, Bajo la misma estrella puede llegar a cualquiera. No creo que sea un libro para adolescentes, sino para seres humanos, sin que mi afirmación sirva para descatalogar de seres humanos a nosotros los adolescentes, aunque el término incluso es utilizado en esta novela como adjetivo no demasiado favorecedor ("estás hoy tan adolescente...") Es un libro para seres humanos capaces de emocionarse, apreciar una bella historia cargada de simbolismos, sacar conclusiones durante su lectura y no tacharla de demasiado sensiblera o irreal, porque precisamente es lo más realista que puede ser.
Una historia realista que por ello, y la magia que consigue sacar de ella Green sin hacerla inverosímil, se ha convertido en una de mis ficciones perfectamente reales favoritas.
Desgarradora, realista, triste, conmovedora, que no pretende dar una visión optimista ni pesimista de la atroz "hamartía" que padecen los personajes, sino un retrato del camino de la vida que, cual sombra de árbol reflejada en los canales de Amsterdam o en las baldosas de sus calles, se ramifica uniendo vidas y desuniéndolas. Unas vidas que por y para algo necesitaban juntarse, y posteriormente separarse. Un relato precioso de las relaciones humanas, de los miedos ante las dificultades, de cómo sobreponerse a ellos o rendirse ante ellos, de las actitudes a tomar, y de lo hermoso de conseguir "una eternidad en esos días contados". La relación entre Hazel Grace y Augustus Waters y cómo él aviva la persona que hay en ella más allá de la "enferma profesional" y cómo ella le descubre que su amor verdadero es el que deja huella, y no la absurda obsesión de ser heroicamente recordado por el terrible temor al olvido, que ya desde el principio confiesa "en el corazón literal de Jesús" el atractivo Augustus.  
La novela me ha sobrecogido no solo por la historia y sus personajes tan cuidadosamente desarrollados (los entregados padres de Hazel, su amigo Isaac, el idealizado escritor Van Hauten), sino también por el elevado contenido filosófico, simbólico y metafórico de Bajo la misma estrella. Parece que también a los libreros de aquel establecimiento les pareció así al colocarlo lejos de "narrativa juvenil", en la estantería de la variopinta "narrativa extranjera". John Green golpea al lector con pensamientos morales de toda índole disfrazándolos de inocentes conversaciones entre adolescentes: el miedo a la muerte, Dios, el olvido, el propósito de vivir, el amor verdadero... Nos hace interiorizar en nosotros mismos para descubrirnos cavilando nuestras propias opiniones sobre estos temas,  a la par de hacernos vivir una historia que "como una montaña rusa, no hace más que subir".


Desde luego, una lectura intensa, que unida a sus símbolos/metáforas no hace más que complicar deliciosamente la labor del lector de desentrañar lo que quiere transmitir John Green con el épico Augustus Waters y la terrenal Hazel Grace. El símbolo del agua y su presencia a lo largo de la novela cual ente destructivo como la situación que viven los personajes (el problema pulmonar de Hazel, sus sueños en medio del océano, el apellido de Augustus Waters, los canales de Amsterdam), el hecho de que Augustus siempre parece ir adelantado a Hazel (él cuelga primero en sus llamadas telefónicas, su pantalla del avión empieza a emitir la película antes...), el afán de Hazel por conocer de boca del "escritor" Peter van Houten el final de los personajes de "Un dolor imperial" como metáfora de su propia vida, el personaje de Augustus y su mismo nombre como héroe que teme al olvido y quiere ser recordado pero cae de la fortaleza a la humillación pudiendo ser Hazel Grace su salvación (este camino inverso es para Green lo que caracteriza al verdadero héroe)...
Asimismo los detalles con los que John Green ha colmado su novela hacen que parezca que de verdad ha sido escrita por una real Hazel Grace que ha vivido lo que está narrando: cómo se siente en el lugar supraterrenal de las conversaciones telefónicas con Augustus, los distintos dolores y miedos que sufre ("eché de menos el futuro"), sus pensamientos como "enferma profesional", sus opiniones de la gente que la rodea y no la comprende, la manera en que afecta a Augustus ("antes... solías llamarme Augustus") En ese sentido el final es tan puramente sincero que no tenía la sensación de que hubiese sido escrito por un hombre que no ha experimentado todo eso. Extraordinario.
La película ha cosechado un gran éxito y he de decir que la ví después de leer la obra maestra de Green con lo que, aunque es muy fiel estéticamente y los protagonistas son más que convincentes, ni por asomo se puede comparar al libro. A mi juicio, todos los símbolos y detalles que se pierden en el traspase a la pantalla provocan que la historia pierda toda la riqueza emocional;  además, es un relato tan denso que en el film se han descritoacertadamente las partes centrales de la novela, pero se han preferido descuidar más las iniciales y finales, recortando escenas y abreviándolas, y dando a la historia de Hazel y Augustus cierto aire apresurado y superficial que en el papel es todo lo opuesto. Esos momentos telefónicos del "Bien. Bien" entre ellos dos, esas escenas de soledad de Hazel esperando que Augustus le responda la llamada, esos días eternos juntos, esas conversaciones que mantienen sobre cualquier tema posible, sus "últimos días buenos" el uno con el otro... Todo ello se ha evitado eliminando la magia por completo.
Por todo ello, prefiero el libro ya que "hay infinitos más grandes que otros" y ¡qué libro! Hacía tiempo que no leía algo tan profundo, hermoso, y fresco al mismo tiempo; sin duda, aunque es una novela para seres humanos capaces de emocionarse, Bajo la misma estrella ha regenerado el género juvenil, cargado de futuros distópicos al estilo "Juegos del hambre" que ya nos tenían bastante saturados... Me ha sobrecogido su carácter inefable que recomiendo descubrir a toda costa a los lectores de este post.
Gracias, John Green, gracias.