El
pasado ocho de abril falleció José Luis Sampedro, un escritor y humanista
español.
Yo
nunca había leído nada suyo hasta esta misma mañana, cuando, en clase, nuestro
profesor de latín nos presentó un fragmento de la entrevista llevada a cabo por
Luz Sánchez Mellado (El País) a Sampedro.
En
este texto, el escritor da su opinión acerca del miedo a la muerte, sentimiento
inherente a todo ser humano.
“Frente
al exterior que no podemos conocer del todo, hay una actitud de inquietud e
indefensión. Eso nos lleva a decir: voy a transformar el mundo, como dicen
ahora. Yo no pretendo cambiarlo, sino estar en armonía con él, y eso supone una
vida que cursa como un río. El río trisca montaña abajo, luego se remansa, y
llega un punto, como estoy yo, en que acaba. Mi ambición es morir como un río,
ya noto la sal. Piense en lo bonito de esa muerte. El río es agua dulce y ve
que cambia. Pero lo acepta y muere feliz porque cuando se da cuenta ya es mar.”
Me
parece un pensamiento admirable. Y especialmente me he emocionado cuando
Sampedro proclama “mi ambición es morir como un río, ya noto la sal”.
Todo
lo que afirma Sampedro en este texto es muy bello, y ojalá algún día yo llegue
a plasmar mis ideas de forma tan clara y hermosa como lo hizo él.
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