domingo, 9 de marzo de 2014

Behind The Candelabra



"Te quiero, no solo por lo que eres, sino por lo que yo soy cuando estoy contigo..."
Al final de la emotiva película "Behind The Candelabra", podemos escuchar unas bellas palabras dirigidas a Scott Thorson de parte de Walter Liberace, el magnífico pianista que, con su estrambótico estilo y cercanía al público, dio un giro de 360 grados al show americano.
La película, dirigida por Steven Soderbergh en 2013, ha sido premiada en numerosas ocasiones recibiendo, por ejemplo, dos Globos de oro, y ha sido alabada al mismo tiempo por multitud de periódicos y críticos de cine. Y realmente es una de las películas que más me han gustado del año pasado, junto a "El Gran Gatsby" o "Gravity".
Con un excelente reparto, incluyendo a Michael Douglas, Matt Damon o Dan Aykroyd, y una impresionante escenografía, reflejo de la opulencia y el lujo que retrata magistralmente Soderbergh, la película consta además de un guión realmente emotivo que,  junto a la virtuosa música del showman Liberace, se gana al público desde el primer momento.
El film, en realidad, no nos relata la vida del gran Liberace, sino la relación que mantuvo con el joven Scott Thorson desde 1977 hasta 1982, mostrándonos pues la cara más decadente del estrafalario pianista "kitsch". Es, pues, una tormentosa historia de amor entre dos personas de dos ambientes completamente diferentes, en un momento en el que estaba mal vista la homosexualidad, y durante el cual Liberace tuvo que finjir que, detrás de esas pieles y anillos de oro, solo había un hombre que todavía no había encontrado a la mujer de su vida.
El film nos presenta la cara menos atractiva de la fama, en forma de adicciones, promiscuidad, encaprichamiento, exceso, dependencia, inseguridad... en la que los personajes están sumidos constantemente, y que terminará siendo la causa de su distanciamiento. Sin embargo, también nos enseña que detrás de los lujos que disfrazaban e influenciaban a Liberace, había realmente una persona cariñosa y enamorada de su compañero Scott, en el que confiaba y el único en el que se apoyó al final de su vida. La película me gustó mucho, pues presenta los temas humanos de una forma magistral: la fascinación, el amor, la confianza, la amistad, el desengaño... que reflejan que la humanidad se sobrepone a la superficialidad solo en el caso de las relaciones verdaderas, en las que no hace falta gestos superfluos para demostrar el cariño o la cercanía. 
Debo decir que los dos protagonistas, Douglas y Damon, llevan a cabo un genial trabajo como Liberace y Thorson, hasta el límite de parecer realmente la verdadera pareja de amantes que intentan imitar. 
Otro punto a señalar es la preciosa selección de música que me llegó literalmente al corazón, y que consigue arrancar un par de lágrimas, sobretodo al final del film, un final, por cierto, espectacular. 
En fin, la película me ha entusiasmado en su totalidad, y de verdad les he cogido un profundo cariño a Liberace y Scott, una pareja representante de todas las pasiones y defectos humanos, que nos enseñan, a su vez, lo que es el verdadero amor. 
Aquí os dejo el tráiler de "Behind The Candelabra" con la esperanza de que os animéis a verla, porque, realmente, no os vais a arrepentir, pues es una película para no olvidar. Antes, sin embargo, os reseño las últimas palabras de la película, en las que se refleja el profundo amor que sentía Liberace por Scott, aun obnubilado por su enorme fama y sus numerosas tentaciones:

¿Por qué te quiero?
Te quiero no solo por lo que eres, sino por lo que yo soy cuando estoy contigo.
Te quiero, no solo por lo que has hecho de tí, sino por lo que haces de mí.
Te quiero por ignorar los posibles defectos que hay en mí, y por aceptar las posibles virtudes que hay en mí.
¿Por qué te quiero?
Te quiero por hacer oídos sordos a la discordancia que hay en mí, y por hacer resonar la música que hay en mí, al escucharme con adoración.
Te quiero por ayudarme a hacer de mi vida un templo, no una taberna.
Te quiero porque has hecho tanto para hacerme feliz; lo has hecho sin una palabra, sin una caricia, sin un gesto... Lo has hecho siendo simplemente tú mismo.
Tal vez, después de todo, el amor sea eso, y por eso, te quiero.













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