jueves, 24 de abril de 2014

Buceando por aguas profundas... y desconocidas

Jamás había prestado especial atención al fenómeno Tarantino. Jamás se me había ocurrido echar siquiera un vistazo a una de sus obras maestras, supongo que debido a sus escenas violentas y a la frecuente aparición de su elemento favorito: la sangre, preferiblemente a raudales. 
Por ello, cuando nos pusieron Django Unchained (Django Desencadenado) en la clase de inglés, no pude evitar sorprenderme y, a los cinco minutos, pegar un salto en la silla. ¡No puede haber tanta sangre en el cuerpo humano! ¡No es posible! 
Las escenas cruentas aparecen por doquier, y más de una vez tuve que apartar la mirada, debido a la explícita y cruda pelea de los mandingos, al ataque despiadado al esclavo fugitivo, a los asesinatos de los criminales, al tiroteo final... Después de todo, ya sabemos que Tarantino no se distingue por defraudar a sus fans con películas suaves y "para todos los públicos"...
Sin embargo, he intentado juzgar mi iniciación al cine de Tarantino (aunque ya haya cubierto el cupo por bastante tiempo) desde otra perspectiva.
La película, a decir verdad, y exceptuando las escenas que evité mirando el reloj de clase, me ha encantado. 


Ambientada en el lejano Oeste americano, este moderno spaghetti western narra la historia del esclavo Django (Jamie Foxx), quien es liberado por un cazarrecompensas, el doctor King Schultz (Christoph Waltz). A cambio, el doctor le pide que identifique a unos criminales, antiguos dueños de Django. Tras asesinar a los delincuentes, pues el perspicaz Schultz prefiere llevarlos muertos que vivos, Django y él se asocian durante el invierno para buscar juntos a los forajidos de la justicia, a cambio de que, después, Schultz ayude a Django a encontrar a Broomhilda (Kerry Washington), su esposa desaparecida. Esta búsqueda les lleva a la mansión de monsieur Calvin Candie (Leonardo DiCaprio), un desconfiado y sádico terrateniente que se erguirá como principal obstáculo entre Django y su esposa, entre Django y su libertad. 
Ante la duda de si es ésto un simple western de aventuras (como prefiere llamarlo Tarantino, un "southern"), o una crítica al vergonzoso pasado esclavista americano, el director aclara que, en efecto, pretendía hacer ambas cosas: imitar los admirados spaghetti western de Sergio Leone o Corbucci, y, por otra parte, enfrentar a los americanos a lo que fue su propio Holocausto, la esclavitud.
La película ha sido alabada por los mejores críticos, y ya ha recibido dos Globos de Oro y dos Oscar, en las mismas categorías: Mejor Guión y Mejor Actor de Reparto para Christoph Waltz. 
A mí me han gustado especialmente cuatro aspectos que pocas películas consiguen aglomerar: una gran banda sonora, una fotografía impresionante, un guión irónico y brillante, y un reparto de lujo, más que por su fama, por su calidad.
El fondo musical, de gran peso en cualquier film, nos acerca a un verdadero western americano y salvaje, con canciones de Ennio Morricone, Jim Croce, Ray Charles, James Brown... esta mezcla de temas clásicos pero diferentes dota, a la vez, de gran personalidad al film, distinguiéndolo del resto de películas de vaqueros, pues no todos los western contienen una variedad musical tan rica y atractiva.
En lo relativo a la fotografía, es sencillamente magnífica. A lo largo de la cinta se dejan ver montañas nevadas, atardeceres deslumbrantes, plantaciones de algodón inmensas... todo ello supone una explosión de color y belleza que incluso podría compararse con los innovadores filmes de John Ford. El vestuario y la caracterización del lejano Oeste es envidiable, y los inesperados close-up o primeros planos que Tarantino graba para presentarnos a los personajes alimentan la sensación de estar allí, junto a Django (a veces demasiado cerca de Django...)
El guión es lo mejor de la película, sin lugar a dudas, y se merece todos los premios que ha recibido. Tarantino, aunque me parece un fan incondicional de la violencia cinematográfica, he de reconocer que se esmera al escribir sus películas, ya que la ironía, el humor, la inteligencia, y la personalidad se palpan por todas partes, y te dejan, como mínimo, con la boca abierta. Además, cada personaje está desarrollado con una magnífica precisión, ya sea en su forma de hablar, de comportarse, de actuar... Varios ejemplos de ello son el acento alemán del doctor, la incorrecta gramática que hablan los esclavos, las expresiones refinadas de "monsieur" Candie, la actitud hosca de los delincuentes más buscados... Tarantino no da puntada sin hilo, y realmente ha conseguido reflejar con verosimilitud la sociedad del "lejano oeste", creando una de las películas mejor ambientadas que he visto nunca.
Por último, el reparto. Bueno, con solo mencionar el casting ya se explica el enorme éxito de la película: el atractivo Jamie Foxx, el oscarizado Christph Waltz, el tremendo DiCaprio, el veterano  Samuel L. Jackson... todos gigantes de la interpretación.

Aunque vuelvo a decir que el film me resultó muy violento, y que hubo partes que no pude resistir, he de reconocer que, para ser mi primera experiencia con Tarantino, éste me ha parecido extraordinario, y que ésta película quizás suponga un cambio en mi forma de ver cine. Recomiendo Django Desencadenado, especialmente la versión original (siempre por encima de cualquier doblaje), a todos los admiradores de Tarantino; a los que dudan si podrían soportar sus fuertes escenas les digo: ¡son todo muñecos, nadie puede sangrar así! 


jueves, 17 de abril de 2014

Icona Pop

Estos días la calle era salpicada por unos agradables y refrescantes rayos de sol primaverales, estación que ya comienza a palparse a nuestro alrededor. Los días se hacen más largos, la temperatura sube, los largos paseos bajo la brisa del atardecer son más apetecibles, y las fiestas del sábado noche comienzan a aceptar colores más vivos y electrizantes que los grises que vestíamos en invierno... Ese mejunje multicolor que calienta nuestras venas desde el agradable mes de abril, tan temido por los profesores, comienza a multiplicarse y a tomar el control de nuestro cuerpo. ¿Y qué marchoso dúo consigue, con sus ritmos sorprendentes y llenos de energía, animar hasta  las más aburridas pistas de baile? Las recién estrenadas Icona Pop.


Con solo dos discos a sus espaldas, ya se han hecho un hueco en las listas mundiales de éxitos pop, con su "All night" , "Girlfriend" o "I love it", que versionaron las Nancys Rubias con su famoso "Me encanta". 
Y es que, realmente, estas dos amigas suecas sí que lo valen...  
Por un lado, sus canciones son símbolo de la alegría y ganas de pasarlo bien que desata la primavera, con sus ritmos electrónicos, giros inesperados, y ambiente fiestero. Las voces de Aino Jawo y Caroline Hjelt, perfectas rompedoras del silencio, nos despiertan de la hibernación y hacen mover nuestros cuerpos al ritmo de la nueva estación que llega, cargándonos de un renacido optimismo, ilusión y, en fin, de un nuevo bronceado musical para nuestras pieles cada vez más morenas...
Por otra parte, la estética del dúo Icona Pop es electrizante, moderna, y muy a tono con sus dinámicas canciones pop... de hecho, en el videoclip de "All Night", que acompaña a este post, podemos comprobar cómo unos muy diversos bailarines compiten en un colorido concurso por ser los más llamativos, los más originales... todo brilla con estilos diferentes, con peinados distintos y ropas que distan de parecerse. Es todo ello una explosión de personalidad que nos deja con la boca abierta.
Dejémonos llevar, pues, por Icona Pop y su estilo,  muy acorde con esta nueva primavera que nos aguarda, salpicándonos de su sentimiento juvenil y de su grito a la diversidad.





miércoles, 2 de abril de 2014

A favor del cine español

Últimamente he tenido ocasión de sumergirme en el cine español, de la mano de dos geniales películas de comedia: "Tres bodas de más" y "Ocho apellidos vascos".
En la primera, una divertida bióloga debe acudir a las tres bodas de sus ex novios, con el objetivo de quedar bien entre su círculo social. Por el contrario, en la segunda, el "sevillita" más puro de todos debe caer bien a un desconfiado vasco para poder celebrar una boda. 
¿Es realmente el cine español cada vez más decadente o merece la pena darle una oportunidad?

























Nunca fui especialmente partidaria de las películas  españolas. Cada vez que me topaba con una, ya fuera en la tele o en la cartelera del cine, intentaba evitarla. 
Primero descubrí, en las casas de mis abuelos, las que se emitían en Cine de Barrio y databan de los años cincuenta, sesenta. Aun resultando entretenidas, al final me parecieron repetitivas, ya que la mayoría de ellas tenían que ver con enredos amorosos o Escobar y  "Mi carro me lo robaron..."
Más tarde llegaron numerosos dramas poco llamativos que no hicieron más que alejarme del cine español, como El laberinto del fauno, El orfanato, Ágora, Camino... que mostraban una cara bastante triste, seca y deprimente de nuestro arte nacional, y que con solo leer sus sinopsis conseguían desviarme hacia una gran producción hollywoodiense... A la vez que estas películas sin gracia se extendían sin piedad, creció otro fenómeno en lo relativo a la "comedia": Torrente. Precisamente no contribuyó a reparar el daño causado por los dramas que me habían defraudado en mis años de iniciación al cine, ya que, a pesar de contar con buenos repartos, y buenos cómicos, no se puede decir que Torrente refleje con acierto el humor español, puesto que todas las entregas son absurdas, repetitivas, y, particularmente, no me siento demasiado identificada con su estilo soez y facilón.
Y cuando le tocó el turno a Mario Casas y Tres metros sobre el cielo o Tengo ganas de ti, ya desistí completamente. Al margen de que son películas sin fundamento, ya que ni te ríes, ni lloras, ni te sorprendes, es que no consigues entender apenas las conversaciones entre los personajes... 
Finalmente, creo que un buen porcentaje de los españoles acabamos alejándonos de nuestro cine, ya que incluso los expertos afirman que "se pierde más dinero del que se gana" a la hora de hacer una película en nuestro país. No he tenido en cuenta la época, ya lejana, de unos ochenteros Trueba, Almodóvar, Garci... que supusieron un renacimiento del cine español durante los últimos años del pasado siglo. No obstante, como yo no tuve la oportunidad de vivir en aquellos tiempos, no influyeron en mi experiencia cinéfila, por el momento, y no puedo hablar sobre ellos de forma personal. Por otra parte, he de reconocer que, pese a que nunca me gustó nuestro cine, hay un par de "oasis" que disfruté con gusto y quizás me hicieron no perder del todo la esperanza, como La torre de Suso,  reflejo de una conmovedora y variopinta historia de amigos, y quizás Mar Adentro, de Amenábar, que me sorprendió ante la fidelidad a los hechos, su contenido reflexivo y su bella fotografía. Aun así, ya digo que fueron todo lagunas en medio de un panorama cinematográfico que no resultaba para nada atractivo.
Sin embargo cuando, guiada por una recomendación desesperada, di una oportunidad a Promoción fantasma, me quedé con ganas de más comedias de ese estilo, fresco y realmente divertido. Quizás debido a que Raúl Arévalo y el resto del reparto están fantásticos, o a que, por fin, logré entender lo que hablaban los adolescentes del colegio encantado, esa película me resultó muy atractiva. Además, es realmente divertida y, lo más importante para atraer al público, original y con personalidad, y animada por una buena banda sonora... Eso mismo me ocurrió con Tres bodas de más u Ocho apellidos vascos. La interpretación de Inma Cuesta, Paco León, Quim Gutiérrez, Martíño Rivas, y, por otro lado, de Dani Rovira, Clara Lago, Carmen Machi y Karra Elejalde, me entusiasmó y, por qué no, me sorprendió. Cada cual adopta su papel con una admirable actitud camaleónica, y los argumentos no rallan para nada en lo repetitivo o aburrido. Son películas originales, con humor inteligente pero desenfadado, y hechas, en fin, con alegría, y dedicación, que es lo que se pide a gritos en estos años de dificultad económica, revueltas y desencanto general. En mi opinión, lo que necesita la gente es ir al cine y encontrarse con una película española con la que se rían sin parar, y con la que se sientan identificados. ¡Y qué mejor forma que retratando nuestras bodas y nuestras diferentes culturas, que son las que enriquecen nuestra personalidad!
Estoy realmente satisfecha con el cine español de los últimos meses, y espero que continúen sorprendiéndonos con filmes como Ocho apellidos vascos, que ya supera en nuestras taquillas al resto de los estrenos estadounidenses.